Immaculée Ilibagiza tenía 22 años cuando en Ruanda, su país natal, se desató una de las matanzas más feroces de la historia. Su increíble historia de oración y perdón dio la vuelta al mundo. Después de haber sobrevivido al terrible genocidio ruandés de 1994 encerrada en un baño junto a otras siete mujeres y de haber perdido a casi toda su familia, su casa y la tranquilidad en la que vivía en su aldea rural, su historia destaca por haber sido capaz de perdonar tanto dolor. El 29 de junio a las 19:00 tuvimos la suerte de que Immaculée nos visitara, en una charla abierta a la comunidad, con familiares y amigos.
Un poco de contexto histórico
• El genocidio de Ruanda fue un intento de exterminio de la población Tutsi por parte del gobierno hegemónico Hutu de Ruanda entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, en el que se asesinó aproximadamente al 70 % de los tutsis.
• Los asesinatos masivos se iniciaron tras el atentado del 6 de abril de 1994 contra el presidente y el presidente burundés ambos hutu, que murieron tras ser derribado el avión en el que viajaban por dos misiles lanzados desde tierra.
• Se calcula que entre 500.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas. La violencia sexual fue generalizada; se estima que fueron violadas entre 250.000 a 500.000 mujeres durante el genocidio.
Immaculée creció en Ruanda, dentro de una familia tutsi, de tres hermanos varones, en la que sus padres, ambos maestros, procuraron protegerla siempre del odio racial entre las dos tribus.
Ese 7 de abril, ella estaba durmiendo en lo de sus padres cuando recibieron la noticia de que el presidente Hutu había muerto. El peligro de revancha era inminente y debían huir. Su padre puso en sus manos un rosario, y la mandó a esconderse a lo de un pastor protestante amigo de la familia. El pastor la escondió en un baño minúsculo junto a otras siete mujeres más con el riesgo que implicaba que un Hutu buscara salvar a Tutsis del plan sistematizado del gobierno para acabar con esa tribu.
Al salir de ese baño supo que casi toda su familia había sido asesinada. Pero tenía una certeza profunda: tenía la luz y la fuerza de Dios dentro. Nunca más se sentiría sola. “Estamos en la tierra por muy poco tiempo. Tenemos que amar todo lo que podamos, estamos para ser felices, no podemos vivir con el enojo de dentro”.
Hoy Immaculée considera que ha tenido el don de sobrevivir, con el propósito de contar su historia. Eso la llevó a escribir Sobrevivir para contarlo y a recorrer el mundo, contagiando su luz y paz. El 29 de junio tendremos la enorme suerte de que esté con nosotros, inspirándonos a través de su testimonio de resiliencia, de perdón y de fe.
Les compartimos la charla, con subtítulos en castellano.