Este año, quisimos vivir una jornada distinta, llena de color, alegría y pequeños gestos que dejan huella.
Empezamos con una fiesta de sombreros y peinados locos, donde la imaginación fue la gran protagonista. Cada uno se animó a crear, sorprender y reírse de sí mismo. Fue muy divertido verlos orgullosos de sus outfits.
Al mediodía, llegó el momento de reunirnos en un picnic al aire libre, disfrutando de un sol radiante que acompañó ese rato de de juegos y viandas compartidas. Más allá de lo que cada familia trajo, lo que se vivió fue la importancia de encontrarnos, sentarnos juntos en el pasto y disfrutar.
Finalmente, cerramos la jornada con una acción concreta de cuidado del entorno: plantamos semillas de girasol. Cada estudiante se llevó a casa una pequeña maceta para regar y cuidar, como símbolo de responsabilidad, esperanza y compromiso con la naturaleza. Sabemos que esas semillas crecerán no solo como plantas, sino también como recordatorio de que todos podemos aportar, desde lo pequeño, al cuidado del mundo que compartimos.
Fue un día donde celebramos la creatividad, la unión y la conciencia ecológica. Tres gestos simples que, juntos, transmiten quiénes somos y qué queremos seguir construyendo como colegio.





