“El Planeta, nuestra casa” no es una frase hecha

Por Daniel Devincenzi. El origen de la celebración del Día de la Tierra se remonta al 22 de abril de 1970, ese día y con el objetivo de pedir la creación de una agencia ambiental, se realizó una multitudinaria manifestación en los EEUU que desembocó en la creación de la Agencia de Protección Ambiental.

Desde 1990, La Asamblea General de las Naciones Unidas cambia su nombre por el e Día Internacional de la Madre Tierra y esto se debe a que Madre Tierra es una expresión común utilizada para referirse al planeta Tierra en diversos países y regiones, lo que demuestra la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos.

Cuando el hombre moderno abandonó África, hace 130 mil años, era un pequeño grupo de alrededor de 300 a 500 personas. Estuvimos a punto de extinguirnos, pero nuestro espíritu de lucha, de aventurero, nuestra imaginación e inventiva y también, un poco de suerte, lo evitó. Hace 2.000 años, sólo alrededor de 300 millones de personas vivían en la Tierra.
Desde 1750 en adelante la tasa de crecimiento se empezó a acelerar. Las personas empezaron a vivir más. El progreso científico y tecnológico, fue el responsable de este espectacular crecimiento.
En 1950, la población mundial era de 2.600 millones de personas. Se alcanzaron los 5.000 millones en 1987 y, en 1999, los 6.000 millones. En octubre de 2011, se estimaba que la población mundial era de 7.000 millones de personas.
Se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 28 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.200 millones para 2100.

Cada segundo nacen 3 personas en el mundo y para sostener a la población resultante cada 7 segundos se pierde una hectárea de tierra productiva, es decir tierra de cultivo, pastos y bosques.

¿Qué nos dicen estos números?

Que vivimos en un planeta con recursos finitos. Lo vemos tan grande que parece infinito, inacabable, pero no lo es.
Que existe evidencia científica, no una opinión, evidencia científica de que nuestro accionar está poniendo en peligro el equilibrio ambiental y biológico del planeta. Hace 65 millones de años, un asteroide acabó con los Dinosaurios y con el 75% de la vida en la Tierra.
Hoy ha comenzado otra extinción masiva, pero esta vez el asteroide somos nosotros.
Ya hemos destruido dos tercios de las selvas tropicales del planeta, la mitad de los arrecifes de coral y el 87% de todos los humedales. Hoy, un millón de especies están al borde mismo de la extinción.
Que debemos exigir a nuestros Gobiernos la aplicación de las Resoluciones, de los Tratados y Acuerdos tanto internacionales, como regionales y locales.
Que la sociedad, es decir, todos nosotros, tenemos que contribuir con nuestras acciones a crear un estilo de vida que sea sustentable.
Estamos en una carrera contra el tiempo. El cambio climático no nos espera, el daño a nuestros ecosistemas no nos espera, la desigualdad en la distribución de la riqueza tampoco, el cambio está en marcha.

Podría seguir enunciando datos que avalarían el daño que estamos ocasionando al planeta y a la vida que sustenta, pero tal vez una alegoría sea más representativa: Imaginen si en nuestro hogar comenzáramos a generar basura en forma descontrolada, producir ruidos intensos, quemar papeles y demás sustancias que deterioren nuestro aire, agotar el agua y los alimentos y además nos hacinamos… fácilmente podríamos mudarnos de casa o departamento”, “lo mismo estamos haciendo a escala global, con la única y gran diferencia que será muy difícil mudarnos del planeta.

El planeta Tierra es nuestro hogar, no es una simple frase, nos brinda los medios para cultivar nuestros alimentos, el espacio y los materiales para construir nuestras viviendas, la energía para calentarlas y enfriarlas, el agua para nuestros jardines y baños, un lugar para desechar nuestra basura, la madera o el plástico para armar nuestros muebles, la fibra para producir nuestra ropa, los metales para fabricar nuestros electrodomésticos y automóviles, el petróleo para nuestro transporte y cualquier cosa necesaria para hacer nuestros aparatos y demás cosas.
El planeta Tierra es nuestro hogar y todo daño que sufra lo sufrimos, todo está relacionado.


Imaginen un puente. A un lado del mismo se encuentran aquellos que no quieren ver lo que ocurre, los que no les importa, los negadores del cambio, los que nos llevan para atrás, el pasado. Sobre el puente están los que han iniciado la transición, los que están cruzando, de apoco, con preguntas, con incertidumbre pero cruzando. Muchos se encuentra allí. El presente. Del otro lado del puente están los visionarios, los emprendedores, los constructores, son muchos y están en todos los lugares de la sociedad, tal vez con menos poder, todavía, que los del otro lado, pero son la esperanza, el futuro.

Espero que, al igual que hace 130 mil años cuando salimos de África y estuvimos a punto de extinguirnos, ese mismo espíritu de lucha, de aventurero, la imaginación e inventiva nos lleve a cruzar el puente. ¡Ya no hay más excusas para no actuar! Por nosotros, por nuestros hijos y sus hijos, por la humanidad y por toda la vida. Crucemos.

                              
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