Nuestro Lema 2020: “Transformar nuestra mirada con Esperanza para poder ser Luz”. En tiempos de Cuaresma, los invitamos a compartir dos propuestas: reflexionar en familia la Palabra de Dios y el Evangelio del Domingo con la mirada de un invitado. 

19 de abril

Evangelio con la Reflexión del P. Pancho Peña
Juan 20, 19-31 . Aparición a los discípulos

Muchas gracias a la familia Palma Cané: Ignacio (6to. EP), Lucas (3ro. EP) y sus padres Santiago y Carolina.

Encuentro con la Palabra en Familia: Celebrar, trabajar, compartir, encontrarnos, escucharnos, respetarnos y rezar juntos; es el modo en que la comunidad es puesta en práctica y es fortalecida. Invitamos a todas las familias a vivir un encuentro con la Palabra de Dios que es siempre la Buena Noticia que salva y libera.
Preparación:
  1. Nos ponemos en presencia de Dios: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios está presente en medio nuestro.
  2. Invitación al silencio: se puede colocar una música suave para  crear el clima deseado. El que guia,  pide a todos que cierren los ojos, y que empiecen a respirar suavemente por la nariz, registrando el aire que entra y sale del cuerpo para calmar el ritmo mental.  Realizar este ciclo tres veces.
  3. Lectura de la Palabra de Dios: Antes de empezar a leer es disponemos el corazón al recibir la Palabra de Dios, sobre todo si hay niños presentes. Sugerimos algo así: La Palabra de Dios me habla hoy a mí, me habla al corazón. Por eso te invito a que trates de escuchar atentamente este texto, tratando de imaginarte a Jesús, a las personas que van apareciendo, el lugar, las cosas que dice y hace, con quiénes habla y el mensaje que les deja. Como si en tu mente pudieras observar toda la escena. Esperar unos segundos y continuar con la lectura:

Me llamo Sol

Cuando se hace Coed?

 Jn 20, 1-9

 

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.

Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo:

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.

Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.

Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.

Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.

Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

                                                       

Momento de Reflexión

Los invitamos a descubrir qué me dice Dios hoy al recibir su Palabra. Antes de comenzar, es importante invitar a todos a volver a realizar una respiración profunda, a registrar nuevamente el ritmo de la respiración y luego pedirles que abran los ojos. Preguntar si hubo alguna palabra que no hayan entendido y aclararla.

  • ¿Cuándo sucede este relato?
  • ¿Qué personas aparecen en este texto?
  • ¿En qué lugar ocurre?
  • ¿Qué había pasado anteriormente?
  • ¿Qué vio María Magdalena al llegar al sepulcro?
  • ¿Qué hizo ella?
  • ¿Qué le dijo María Magdalena a Pedro y a Juan?
  • ¿Qué hicieron los dos discípulos al escuchar sus palabras?
  • ¿Quién llegó primero al sepulcro de ellos dos?
  • ¿Quién entró primero al sepulcro? ¿Por qué será? ( la tradición dice que si bien Juan llegó primero, por una cuestión de respeto al líder de los apóstoles, esperó la llegada de Pedro para entrar)
  • ¿Ellos vieron a Jesús Resucitado?
  • ¿Qué fue lo que vieron para creer que Jesús estaba vivo?

Para compartir lo que cada uno sintió y el mensaje que le dejó esta Buena Noticia, les sugerimos estas preguntas, pero antes les ofrecemos la siguiente aclaración:

Nadie fue testigo visual del momento exacto de la Resurrección de Jesús. Sólo Dios. Estamos frente a un misterio, el misterio de la Pascua, del paso de la muerte a la vida, del amor que triunfa. La Pascua es la fiesta de la vida. Pedro y Juan no vieron a Jesús Resucitado. Ellos encontraron signos de la resurrección: un sepulcro vacío, las vendas en el suelo y el sudario. Los dos vieron y creyeron.

La resurrección desafía nuestra fe: nosotros creemos, sin ver. Creer sin ver, es un acto de confianza, un acto de fe. Esos pequeños signos, esas señales del resucitado que vemos son un espacio para que la fe se haga camino en nuestro corazón.

Jesús no busca el camino de lo deslumbrante, impactante, sino que se revela en lo sencillo, en algo muy simple: unas vendas y un sudario.

“…cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada”. Juan, en su evangelio juega mucho con el tema de la luz (creer, el que puede ver, tiene fe) /oscuridad (no cree, ceguera, no tiene fe) ¿Cuáles son esas “piedras” que obstaculizan mi fe? ¿Qué me impide ver la presencia de Dios en mi vida?

“Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.” Dios da señales de vida en las cosas pequeñas de todos los días. Ésa es la invitación que nos hace, descubrir esos signos de resurrección en lo cotidiano, en lo simple, en el día a día.

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