Nuestro Lema 2020: “Transformar nuestra mirada con Esperanza para poder ser Luz”. En tiempos de Cuaresma, los invitamos a compartir dos propuestas: reflexionar en familia la Palabra de Dios y el Evangelio del Domingo con la mirada de un invitado. 

3 de mayo

Evangelio con la Reflexión del P. Raúl Pizarro

Jn 10, 1-10: “El pastor y el rebaño”
¡Gracias Familia Llavallol!: Verónica, Esteban, Santiago,  Jerónimo (6to.EP”C”), Marcos (4to. EP “C”), Isabel (6 años)
Encuentro con la Palabra en Familia: Celebrar, trabajar, compartir, encontrarnos, escucharnos, respetarnos y rezar juntos; es el modo en que la comunidad es puesta en práctica y es fortalecida. Invitamos a todas las familias a vivir un encuentro con la Palabra de Dios que es siempre la Buena Noticia que salva y libera.
Preparación:
  1. Nos ponemos en presencia de Dios: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios está presente en medio nuestro.
  2. Invitación al silencio: se puede colocar una música suave para  crear el clima deseado. El que guia,  pide a todos que cierren los ojos, y que empiecen a respirar suavemente por la nariz, registrando el aire que entra y sale del cuerpo para calmar el ritmo mental.  Realizar este ciclo tres veces.
  3. Lectura de la Palabra de Dios: Antes de empezar a leer es disponemos el corazón al recibir la Palabra de Dios, sobre todo si hay niños presentes. Sugerimos algo así: La Palabra de Dios me habla hoy a mí, me habla al corazón. Por eso te invito a que trates de escuchar atentamente este texto, tratando de imaginarte a Jesús, a las personas que van apareciendo, el lugar, las cosas que dice y hace, con quiénes habla y el mensaje que les deja. Como si en tu mente pudieras observar toda la escena. Esperar unos segundos y continuar con la lectura:

 Lucas 24, 13-35

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.

En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.

Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.

Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo:

«¿Qué comentaban por el camino?».

Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!».

«¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».

Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?»

Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.

Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba».

El entró y se quedó con ellos.

Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».

En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron:

«Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!».

Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

4. Momento de Reflexión

Los invitamos a descubrir qué me dice Dios hoy al recibir su Palabra. Antes de comenzar, es importante invitar a todos a volver a realizar una respiración profunda, a registrar nuevamente el ritmo de la respiración y luego pedirles que abran los ojos. Preguntar si hubo alguna palabra que no hayan entendido y aclararla.

  • ¿Qué personas aparecen en este texto?
  • ¿Qué están haciendo?
  • ¿Cuándo sucede este relato?
  • ¿Qué había pasado antes “ese mismo día”?
  • ¿A dónde iban los dos discípulos?
  • ¿Qué hizo Jesús al acercarse a ellos?
  • ¿Qué les preguntó Jesús Resucitado ni bien se les apareció?
  • ¿En algún momento Jesús les dice quién era?
  • ¿Qué les piden los discípulos a Jesús cuando llegaron cerca del pueblo?
  • ¿Qué hizo Jesús estando en la mesa?
  • ¿Qué pasó con los ojos de los discípulos cuando reconocieron que habían estado con Jesús todo el día?
  • ¿Qué sintieron en el corazón al escucharlo a Jesús?
  • ¿Qué hicieron ellos al darse cuenta de que Jesús estaba vivo?

Para compartir lo que cada uno sintió y el mensaje que le dejó esta Buena Noticia, les sugerimos estas preguntas:

  • “…iban a un pequeño pueblo llamado Emaús…”, Emaús es como ese lugar en donde uno descubre a Jesús. ¿Cuándo viviste tu Emaús? ¿Recordás ese momento?
  • “el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos”.

 Jesús siempre está caminando junto a nosotros. ¿Sos capaz de reconocer su presencia en tu vida o estás como los discípulos: “algo impedía que sus ojos lo reconocieran”? ¿Por qué pensás eso?

  • Frente a la pregunta de Jesús: «¿Qué comentaban por el camino?», él escucha como respuesta un relato sin esperanza. Y vos, ¿cómo estás viviendo esta situación? ¿Qué le responderías a Jesús si te pregunta ¿por qué estás con el semblante triste?
  • “Quédate con nosotros…”, está en nosotros decidir si queremos que Jesús sea un compañero de viaje pasajero o si queremos que se quede en nuestra intimidad. ¿Cuál es tu deseo hoy? ¿Por qué?
  • “lo partió y se lo dio”, partir el pan es mucho más que recordar a Jesús en la multiplicación de los panes o en la Última Cena. Jesús es Pan que se parte, toda su vida fue hacerse alimento para los demás. Y vos, ¿cómo podés ser pan, alimento para otros?
  • «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Jesús es caminante y a la vez, sembrador, como el de la Parábola. Y en todo el camino ayuda a que los discípulos se conecten con algo más profundo. ¿Qué textos o situaciones te ayudaron a sentir la presencia de Dios en tu vida?
  • regresaron a Jerusalén”, Jerusalén es el lugar de encuentro con mi realidad, con las personas que forman parte de mi vida. Los discípulos, después de haber vivido ese encuentro con Jesús, vuelven a su realidad a compartir la buena noticia. Cuando renace la esperanza, surge una nueva capacidad de comprometerse con el presente. La esperanza, para alguien que cree, es encontrarle sentido a lo que me pasa, aún si esta realidad no es la que quisiera.
  • ¿Estás viviendo tu realidad con esperanza? ¿Por qué?

Todo camino de fe, en algún momento, pasa por una crisis.

Jesús camina a tu lado.

Jesús es el Maestro que te hace resucitar a la esperanza.

Es muy importante que cada uno sienta que es escuchado y que se respeta el espacio que tiene para hacerlo. Les dejamos a continuación, los cinco niveles de comunicación, para poder realizar una escucha atenta.
1- Escuchar de corazón a quien está hablando.
2- No interrumpir de ningún modo.
3- Distribuir el uso de la palabra en tiempos iguales.
4- Intervenir en la segunda ronda sólo si ya lo han hecho en la primera todos los que así lo desearan.
 5- Respetar la confidencialidad.

5. Oración final:

Invitar a realizar una oración espontánea retomando lo que fue saliendo en la reflexión del texto, también puede ser de acción de gracias o una petición personal. Una vez que todos pudieron expresar lo que sintieron, rezar el Padre Nuestro.

Vive Jesús en nuestros corazones, por siempre”.

 “Este momento de encuentro con Dios por medio de su Palabra lo hicimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

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